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La represión de la desnudez saludable, especialmente para las mujeres, ha sido uno de los medios principales de control de pensamiento y decisión de la patriarquia. Rompiendo este modelo, se quebrantan las ataduras invisibles del rol sexual heredado.
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Las limitaciones en la desnudez femenina, la aceptación de la pornografía y los exigentes requerimientos de la moda pueden separadamente verse como cuestiones menores, pero tomadas en conjunto forman un patron de represión machista.
Marilyn Frye explica: «Considere la jaula de un pájaro. Si usted mira muy de cerca, tanto como para ver un solo alambre, no podrá ver lo demás. Si su concepción de lo que está delante suyo es determinada por este enfoque miope, usted podrá ver hacia arriba y hacia abajo del alambre y determinar su longitud. No podrá entender porqué el pájaro no vuela en torno a esta cuando quiera para ir donde quiera. No existe ninguna propiedad física del alambre, nada que un escrutinio minucioso pueda revelar porqué el pájaro no va donde quiere, no hay nada que lo inhiba o lo perjudique, a no ser de una manera muy accidental. Solamente cuando usted retrocede y se detiene a mirar los alambres uno por uno microscópicamente y toma una imagen microscópica de la jaula en su totalidad, podrá entender porqué el pájaro no va donde quiera. Lo verá rápidamente, no requerirá grandes sutilezas, ni engorrosos razonamientos. Es perfectamente obvio que el pájaro está rodeado por una red de barreras sistemáticamente relacionadas, ninguna de las cuales podría obstaculizar su vuelo, pero las que, debido a sus relaciones, son tan limitantes como las sólidas paredes de un calabozo.»
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La desigualdad topfree (requerimiento de que la mujer se cubra el torso pero no el hombre) es degradante y discriminatorio hacia la mujer.
En nuestra cultura, los senos pueden exponerse para vender tragos a los hombres en bares, pero las mujeres no pueden andar topfree en una playa para su comodidad y placer. Reena Glazer escribe: «La criminalización de que la mujer descubra sus senos indica que la sociedad ve al cuerpo femenino como inmoral y algo que hay que ocultar. Existe algo potencialmente criminal en cada mujer por el solo hecho de ser mujer.»
Herald Price Fahringer escribe: «Los hombres tienen el derecho de cubrir o exponer sus torsos como a ellos les parezca conveniente, las mujeres no. Los hombres tienen el derecho de disfrutar del sol, el agua y el viento sin usar top, las mujeres no. Unos cuantos hombres aceptan este derecho de buena gana ¿Porqué entonces no permiten que las mujeres disfruten de la misma ventaja? El requerir que la mujer cubra sus senos en público es una muy visible expresión de desigualdad entre el hombre y la mujer, que fomenta una actitud de degradación hacia la mujer y daña su sentido de igualdad. Durante siglos el hombre ha ejercido el poder para generar ese prejuicio… Esta cuestión acentúa una ideología masculina que ha predestinado a generaciones de mujeres a una condición secundaria.»
Reymond Grueneich escribe: «¿Entonces que es lo que realmente está en juego, si la mujer podrá tener la libertad de desnudar su torso en los lugares públicos apropiados, para sus propósitos personales, en las ocasiones en las que se sienta libre de hacerlo, o si ella podrá solamente mostrar sus pechos en público en una ocasión que pueda ser explotada comercialmente y que fortalezca la idea de que la única función de los senos femeninos es satisfacer las fantasías del hombre? Como reflexión: Es un crimen que una mujer ande desnuda en público, a menos que lo haga al servicio de una corporación o un imperio comercial.»
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Las leyes que prohiben la exposición de los senos femeninos, lo hacen en parte debido a la reacción que esta exposición podría causar supuestamente en el hombre. Estas leyes fueron escritas enteramente desde el punto de vista masculino, e ignoran el punto de vista de la mujer, la que podría querer andar topfree por su comodidad.
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Negandose a aceptar la necesidad de «protegerse» a si misma de los hombres cubriendo su cuerpo, la mujer gana poder y desplaza la carga de responsabilidad de la conducta hacia el hombre, donde debería realmente estar.
Reena Glazer hace notar que «El poder de los hombres se perpetua al considerar a las mujeres como objetos en los que actúa y a los que reacciona, el vez de actores en si mismas… Todo su mérito se deriva de la reacción que pueda inducir en el hombre. Para mantener el sistema patriarcal, el hombre debe determinar como y cuando está permitido que se produzca su excitación. Así, el mito de los senos femeninos, del hombre heterosexual, ha sido codificado en la ley. Debido a que las mujeres son objetos sexuales y propiedad de los hombres, se concluye que lo que excite al hombre puede exhibirse solamente donde y cuando el hombre desee ser excitado.» Este énfasis en calificar a las mujeres de tentadoras «desplaza el peso de la responsabilidad del hombre hacia la mujer: Debido a que la mujer provoca impulsos incontrolables en los hombres, la sociedad excusa el comportamiento del hombre y culpa a la víctima de lo que haya sucedido… La sanción del concepto de que el hombre tiene impulsos incontrolables implica que la violencia sobre la mujer es inevitable.»
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Las leyes patriarcales despojan a la mujer del derecho de controlar su propio cuerpo, pero existen «excepciones» a las leyes de obscenidad que permiten el uso de cuerpos femeninos en la seducción del consumidor. Así, la desnudez femenina se considera inapropiada en la playa, pero es inocua en la publicidad y en la pornografía.
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Al imponer requerimientos arbitrarios de vestimenta para las mujeres (requiriéndoles que se cubran el torso) el gobierno actúa in loco parentis, en el rol de padre. Esto es degradante para la mujer. Como a un niño, a ella no se le concede la habilidad o el derecho de decidir como vestirse, como antiguamente no se le permitía votar, poseer una propiedad o ejercer otros derechos.
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La represión de la desnudez femenina saludable alimenta a la pornografía.
Herbert Muschamp observa: «Objetar los desnudos en publicaciones de interés general mientras se permiten revistas para hombres es una manera de mantener a la mujer en su lugar.»
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La pornografía y su entorno limitan la posibilidad de la mujer de participar en recreación nudista saludable, y de estar desnuda en otros contextos. El Naturismo destruye el poder de la pornografía sobre la mujer.
Como se mencionó anteriormente es legal exhibir Penthouse en los kioscos de diarios y revistas, pero es ilegal para una mujer, descubrir sus senos en público para amamantar a su bebe.
La pornografía pretende «libertad» particularmente «libertad de expresión», pero la aceptación de la pornografía restringe la capacidad de la mujer de andar topfree o desnuda para su propio placer. Esto limita la libertad de controlar su propio cuerpo y silencia su propia libertad de expresión. Nuestra cultura pornográfica ha contribuido a generar actitudes que a menudo desalientan a la mujer de intentar si quiera recreación de vestimenta opcional o Naturismo, que es en muchas formas la antítesis de la pornografía.
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La lucha por la libertad debería significar derechos civiles para la mujer, no autorizaciones para la industria de la pornografía.
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Las modas en la vestimenta y los requisitos legales históricamente han contribuido a la represión de la mujer.
Por ejemplo, a mediados del siglo XIX, una cintura delgada era considerada un signo de belleza, y para lograr este standard, las mujeres se ciñeron a si mismas en corsets diseñados para oprimir el estómago, y otros órganos internos, hacia adentro y hacia arriba, creando la apariencia de una cintura diminuta. Además, vestían sobre este, hasta 5 capas de enaguas bajo sus faldas largas hasta el piso. En la última mitad del siglo, se agregaron los aros de alambre y el menearse como resorte para dar el aspecto de plenitud. El peso de este conjunto se aproximaba a los 10 Kg. Ahora sabemos que muchas de las características asociadas con el «sexo débil» eran resultado de esta vestimenta restrictiva, incluyendo el «comer como un pajarito», una tendencia a hablar débilmente y la actividad física reducida. Thorstein Veblen ha observado que «el corset es, en teoría económica, un instrumento de mutilación que tiene el propósito de reducir la vitalidad del sujeto, rindiendo su personalidad y obviamente incapacitándolo para el trabajo.» Una variedad de enfermedades respiratorias y reproductivas (incluyendo frecuentes abortos) que sufrían las mujeres de la época han sido vinculadas directamente con los insalubres dictados de la moda «reloj de arena». Muchas asociaciones de debilidad femenina que tienen sus raíces en el siglo XIX permanecen aún con nosotros aunque hoy no son necesarias.
Los corsets y en tiempos modernos la cirugía estética de mamas también dañan la fisiología interna de los senos, eliminando incluso la capacidad de amamantar.
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El Naturismo define relaciones basadas en un balance de poder, y por lo tanto es consistente con el feminismo contemporáneo que busca romper las jerarquías de poder.
El Naturismo es especialmente consistente con el feminismo y la lucha por los derechos de la mujer