Dos días después de la actuación artística de Spencer Tunick en Valencia podemos hacer una valoración del tratamiento del asunto en los medios de comunicación y de las reacciones que ha generado. El acto ha sido un éxito, con 1300 participantes, mucha gente desnuda por las calles de la ciudad en un paso más en la visibilización y normalización de la desnudez social, una expresión rotunda de nuestros valores nudistas.
En general la cobertura de la noticia ha sido amplia y bien elaborada, incluso ha habido algún interesante artículo escrito desde la perspectiva de la observación participante. En el caso de esta intervención de Tunick en concreto casi lo más controvertido no ha sido tanto la desnudez como la carga profeminista del enfoque de sus fotografías. Este es un aspecto que desborda nuestros intereses nudistas y que no valoramos, por cuanto que Tunick es un artista con un mensaje propio, para cuya canalización utiliza los cuerpos de sus colaboradores voluntarios como pinceladas de un cuadro. La coreografía de las instantáneas y finalmente el mensaje trasmitido acerca del empoderamiento femenino pueden fácilmente no ser compartidos por todos los nudistas, incluso no ser del agrado de algunos de los propios participantes. Como nudistas no tenemos nada que decir sobre eso. Tunick y su obra nos interesa, más allá de sus méritos artísticos y de sus discursos, por el punto de atención que fija sobre el cuerpo desnudo, desproblematizándolo.
En esta línea del problema que no lo es sí apreciamos en los comentarios de lectores de algunos medios la intención de que siga siéndolo. Entre los habituales tonos ofensivos y las ideas más o menos necias, propio todo ello de esta época en la que mucha gente que goza de conexión wifi la utiliza únicamente con ánimo de enturbiar la convivencia, advertimos algunos puntos comunes en los comentarios antinudistas y nudófobos:
1) La negación de la condición de obra de arte porque hay gente desnuda. Remitir al arte clásico para afirmar que esto es pura basura. Pero el criterio no es de calidad artística sino que se fundamenta en eso que calificamos de pinceladas, los cuerpos desnudos. Evidentemente las estatuas griegas a buen recaudo en los museos no son tan transformadoras de la sociedad, y por tanto tan peligrosas, como cientos de hombres y mujeres moviéndose por las calles no tanto «como Dios los trajo al mundo» sino como han elegido estar y ser en un ejercicio de libertad consciente. Lo de Tunick es arte. No, la desnudez no degrada el arte. La desnudez puede, como en este caso, ser arte.
2) Falta de higiene, vulvas contaminantes, ladillas… Y por ahí. Que lo mismo no merecería esto ninguna atención, pero sí parece necesario marcar cómo toda esta línea de pensamiento en algunos comentarios remite otra vez a la desnudez del cuerpo como foco de inmundicia. Una mirada que ensucia una realidad. Nos sirve para constatar una vez más el estado de la cuestión, en qué punto estamos y qué podemos ofrecer, con nuestra ideología y su expresión, para cambiar estas concepciones vergonzantes y criminalizadoras de la condición humana. Aparte los comentarios sexuales sobre quién debería estar desnuda o no según las preferencias impertinentes, por cuanto que no vienen a cuento, de comentaristas cuya mirada sobre el cuerpo desnudo es precisamente la que nuestros valores pueden y deben modificar (conclusión: que para hacer esas apreciaciones hay que ser no nudista, si eres nudista no se te ocurren).
3) Finalmente la asignación arbitraria de los valores nudistas al espectro político izquierdista. Poco más o menos que ahí solo había perroflautas. Que seguro que sí. Pero junto con otra mucha gente que en las próximas elecciones votarán a todos los partidos. El Nudismo es absolutamente transversal, aparte de nudistas somos muchas más cosas en las que difícilmente nos pondríamos de acuerdo. Nudistas de todo el abanico ideológico. Otro peligro y motivo de preocupación para los antinudistas: la familia del quinto C, respetabilísima por muchas razones, resulta que son nudistas…
Ha sido sin duda el evento cultural de nuestro rollo más importante en mucho tiempo. A la espera de la obra en sí, acabada y en circulación, es muy interesante también remarcar que no todas las intervinientes en ese acto son nudistas habituales. Que se han animado a desnudarse entre otra gente desnuda por la importancia de la convocatoria. Esto es también una buena noticia para nosotros: seguro que de ese frío amanecer en Valencia y su reflejo en los medios de comunicación han surgido varias vocaciones nudistas para el cálido verano.
Sugerir un par de búsquedas (si la censura hace desaparecer algún o todos los enlaces, siempre se podrá buscar el título y encontrar el contenido en otro sitio):
– En prensa escrita, el artículo de Carla Melchor en el diario Levante titulado «Yo me desnudé para la València de Tunick» está muy bien por la narración desde dentro, como vivencia propia, que realiza;
– En TV, La Sexta: Más de 1.000 personas se desnudan en Valencia ante el fotógrafo Spencer Tunick para su obra ‘Piel del Mediterráneo’
– En un vídeo subido a YouTube por El País «Tunick retrata a 1.300 personas DESNUDAS en Valencia en clave feminista«.
Nada que añadir. Así es.